martes, 2 de octubre de 2012

EL CAMINO DE LA MENTE AL CORAZÓN: POR QUÉ MEDITAR


 “Es necesario un acto radical de amor para sentarte y permanecer un rato en silencio contigo mismo”
Esta aparentemente sencilla cita de Jon Kabat-Zinn, médico occidental que introdujo con mucha lucidez y éxito la meditación budista en el ámbito de la salud y la psicoterapia, encierra de una manera clara y bella tanto el principio, como el fin de la meditación. El acto de la meditación se convierte en una práctica de respeto y amor hacia ti mismo y hacia el mundo. A través de la meditación, brota de nosotros el sentimiento profundo y esencial del Amor. Amor como aceptación, gratitud, compasión. Amor como estado de conciencia, más que como sentimiento egoico. Actúa como vehículo de descubrimiento y experimentación del Amor que realmente somos.

Y yo añadiría que un acto de valentía. Un acto de valentía hacia la autocomprensión y el autoconocimiento. No es fácil y no todo el mundo está dispuesto a atravesar la incomodidad que resulta de profundizar y traspasar capas y capas de ilusión, del lodo acumulado en la superficie del ego hasta la fuente de agua clara.
Viajar a nuestro corazón y habitarlo de manera consciente no sólo nos conduce a nosotros mismos, sino que, nos descubre como un microcosmos, a la vez una parte y un Todo de la Realidad que habitamos y nos habita. Pone frente a nosotros la vivencia de aquello de “Conócete a ti mismo y conocerás el Universo”.


¿Por qué meditar?
Desde el principio de los tiempos, en todos los seres humanos, civilizaciones, tiempos y culturas ha existido una tendencia, más o menos fuerte o manifestada, a la trascendencia. Siempre nos ha acompañado la necesidad y el gozo por conocer-nos, por entender. Así como por alcanzar la felicidad o, al menos, saber surfear y fluir por el laberinto creativo y cambiante de la vida.
En la situación actual de incertidumbre, insatisfacción, inestabilidad, en un importantísimo momento de cambio de conciencia y paradigma se nos hace necesaria la conexión y autodescubrimiento de nuestra verdadera naturaleza. La gente siente cada vez más fuerte la necesidad de abandonar la visión “sapiente” de la realidad que se ha tornado voraz y extremadamente ilusoria, hacia el salto cualitativo a una visión real y consciente de la Vida desde el corazón.

En este punto, mi pregunta vira desde el “por qué meditar” al “cómo no meditar”. Es momento de cambiar nuestro foco de atención y actuación. El nivel de despiste que, como conjunto humano, hemos alcanzado es tal que se hace imprescindible una revolución interna que, inevitablemente, se verá reflejada fuera, en todos los niveles. El cambio empieza en nuestra propia consciencia.

Pero, ¿de qué hablamos cuando hablamos de meditación?
La meditación no es un acto intelectual de reflexión y análisis. Se trata, sin embargo, de sumergir nuestra conciencia en la consciencia del Universo, comenzando por nuestro cuerpo. La meditación trabaja a través de la atención. Nos desidentifica de nuestros procesos mentales expandiendo nuestra consciencia a estados más completos y abiertos. Es una disciplina originada como método hace aproximadamente 3000 años que consiste en enfocar la atención de manera consciente y voluntaria.
En este sentido, hay tantas técnicas de meditación como tradiciones espirituales y tantas como objetos de meditación: respiración, percepción, centros energéticos, mantras, movimiento,…
Aunque de su práctica y como efecto de la visión clara de la realidad, la meditación puede relajar mente y cuerpo, no es una práctica dirigida a la calma o a erradicar los estados egoicos incómodos que forman parte de la vida. Meditar es conocerse y aceptar los momentos agradables y desagradables, conocer el auténtico funcionamiento de la mente y la existencia, y conectar con nuestra verdadera naturaleza. Sentir que hay algo más que el “yo” como ego personal y participar del despertar de la vida.

Efectos y beneficios de la meditación
En un punto los efectos y beneficios de la meditación son uno. Los efectos inmediatos que podemos sentir y experienciar tras una sesión, se pueden, con la práctica constante, convertir en beneficios y cambios permanentes. De la práctica meditativa se derivan beneficios a nivel físico, como neurológicos, celulares, en el sistema nervioso, beneficios psíquicos como reducción de estrés, conexión con sentimientos como la paz, la empatía, la desdramatización,… a nivel espiritual, la meditación nos ayuda a trascender capas de ilusión situándonos en la conciencia no dual con todas las comprensiones que esto conlleva.
Richard Davidson, ha meditado desde que visitó India cuando se graduó en Harvard en los años 70, está convencido de esto, más allá de su propia experiencia.
Fue psicólogo en la Universidad de Wisconsin, donde su equipo de investigación ha estudiado a monjes budistas y a otros meditadores con tomografías cerebrales. Se volvió líder de un campo relativamente nuevo, llamado neurociencia contemplativa, la ciencia que estudia los efectos de la meditación en el cerebro.
Durante la última década, Davidson y sus colegas han aportado la evidencia científica de que la meditación —la antigua práctica oriental de sentarse concentrándose en ciertos objetos— puede mejorar el estado del cerebro.
Todos sabemos que al ser constante realizando cierto tipo de ejercicios de forma regular podemos fortalecer grupos musculares“, dijo Davidson. 
Fortalecer los sistemas neuronales no es distinto“, dijo. “Básicamente reemplaza ciertos hábitos mentales por otros“. Los neurocientíficos que estudian la meditación dicen que obtener este hábito puede fortalecer los circuitos cerebrales responsables de mantener la concentración y de generar empatía.

Cómo usar los beneficios de la meditación en la vida diaria

A medida que vamos avanzando en la práctica de la meditación, inevitablemente, se actualizan y potencian en nosotros atributos que constituyen nuestra verdadera esencia y que, sin embargo, están adormecidos en aras de un ego racional instalado en las proyecciones, miedos, ignorancia,… esta potenciación y actualización de atributos como la lucidez, la compasión, el amor, la consciencia,… se ven reflejados sin esfuerzo en nuestro día a día.
Una forma de trasladar la práctica a nuestra cotidianeidad es la Atención Plena en cada uno de nuestros actos: escuchar, trabajar, caminar, comer,…
No tiene sentido practicar 20-30 minutos diarios una meditación sentada y salir “al mundo” desde la inconsciencia.
La postura de meditación y cómo colocar el cuerpo
Aun desmitificando la postura de la meditación: podemos meditar en la clásica postura en el suelo, sentados en una silla o de pie, hemos de recalcar la importancia de unos elementos comunes: espalda recta, eje horizontal bien estable, posición relajada y alerta en perfecto equilibrio. Elementos éstos que mandan a la mente la orden de concentración y conexión de una conciencia no ordinaria y nos preparan y ajustan el nivel de flujo energético del cuerpo.

 “Cuando la gente viene a verme tengo que decir algo. Pero lo mejor es no hablar demasiado sobre estas cosas. Es mejor comenzar con la práctica sin demora. Soy como un buen amigo, invitándolo a ir a alguna parte. No dude, sólo comience. No se arrepentirá....”
Para terminar, quiero tomar prestada esta invitación de AjahnChah. La meditación no se habla, ni se especula, ni se lee. Como las demás cosas de la Vida, la meditación se vive. Te invito a cerrar los ojos, mantener la espalda recta y a que experimentes la revolución interna en ti mismo.

Y no te olvides de sonreir.


Gracias Arancha Martínez. www.espaciogaiatri.blogspot.com.es